sábado, 6 de marzo de 2010

Démosle Paz a los que quieren odio..

Señor, acoge con piedad en tu seno a los que murieron y morirán por España, y consérvanos siempre el Santo orgullo de que solamente los elegidos puedan morir por España y de que solamente a nosotros honre el enemigo con sus mayores armas.

Victimas del odio, nosotros no caeremos nunca por odio, sino por amor, y el último secreto de nuestros corazones será la alegría con que daremos nuestras vidas por la patria.

Ni antes ni ahora nos entristeceremos de rencor ni odiaremos al enemigo, y tu sabes Señor, que todos los caídos morirán para libertar con su sacrificio generoso a los mismos que los asesinaron para cimentar con su sangre joven las primeras piedras en reedificación de la patria libre fuerte y entera.

Ante los cadáveres de nuestros hermanos a quien la muerte ha cerrado los ojos
antes de ver la luz de la victoria, aparta Señor de nuestros oídos las voces sempiternas de los fariseos a quien el misterio de toda redención ciega y entenebrece y hoy viene a pedir con vergonzosa indulgencia delitos contra los delitos y asesinatos por la espalda a los que supieron combatir de frente.

Tú no nos elegiste Señor para que fuéramos delincuentes contra los delincuentes si no soldados ejemplares custodios de valores augustos, números ordenados de una guardia puesta a servir con amor y valentía la suprema defensa de una patria

Esta ley moral es mi fuerza y la de muchos españoles, con ella venceremos dos veces al enemigo porque acabaremos por destruir, no sólo su potencia sino su odio.

A la victoria que no sea clara, caballeresca y generosa, preferimos la derrota, porque es necesario que mientras cada golpe del enemigo sea horrendo y cobarde, cada acción nuestra sea la afirmación de un valor y de una moral superiores.

Aparta así Señor de nosotros todo lo que otros quisieran que hiciésemos y lo que se ha solio hacer en nombre de vencedor impotente de clase, partido o de secta. Y danos heroísmo para cumplir lo que se ha hecho siempre en nombre de una patria, en nombre de un estado futuro, en nombre de una cristiandad civilizada y civilizadora.

Sólo tu sabes con palabra de profecía para que deben estar aguzadas las flechas y tendidos los arcos.

Danos ante los hermanos muertos por la patria, perseverancia en este amor, perseverancia en este valor, perseverancia en este menosprecio hacia las voces farisaicas y oscuras peores que voces de mujeres necias

Haz que la sangre de los nuestros Señor sea el brote primero de la redención de esta España, en la unidad nacional de sus tierras, en la unidad social de sus clases, en la unidad espiritual en el hombre y entre los hombres.

Y haz también que la victoria final sea en nosotros una entera estrofa española del canto universal de tu gloria.